10:18 a.m.
By Renatto Real Politik
Hemos hablado ya “del primer diluvio universal”, donde se comenta acerca del primer diluvio registrado por el hombre que fue de mucha influencia para otras culturas como la hebrea.
Los arqueólogos utilizan mucho el método estratigráfico, que consiste básicamente en la relación que existe entre la profundidad del suelo (capas) y la antigüedad de los restos hallados. Dicho esto, pasaremos a la evidencia hallada en los estudios de Sir Leonard Woolley, arqueólogo británico.
Leonard Woolley, en sus excavaciones de Ur, entre los años 1927 y 1929, removió un terreno de setenta metros cuadrados aproximadamente a una profundidad de diez a doce. Dichas capas, que contenían todo tipo de restos, representaban varios siglos de evolución continua. Sin embargo, cuando se ordenó cavar aún más profundo se encontraron con una capa de arcilla virgen – y ahí cesaron los descubrimientos –, cuya composición revelaba una larga permanencia en el agua. En un principio se creyó que era el fondo del delta, pero según Leonard, el nivel era demasiado alto para ser verdad. Excavaron todavía aún más y se dieron con la sorpresa de que la capa de arcilla terminaba bruscamente, y casi a la vez encontraron, de nuevo, vestigios muebles. En su afán hizo otras excavaciones, en otros lugares, que dieron con la misma capa de arcilla.
Al parecer ésta capa de arcilla – de unos tres metros de espesor –fue producto de una real catástrofe que comprometió un territorio de seiscientos a setecientos kilómetros de longitud y ciento cincuenta de anchura. Si se cubre de agua todo ese territorio, no es para sorprenderse que sus habitantes creyeran que el mundo entero se había inundado por un “diluvio universal”. Este capítulo de la historia se sitúa, según Woolley, en el año 3000 a.C.
Gracias a sus aportes en materia arqueológica, Leonard W fue considera el primer arqueólogo moderno, además de ser condecorado con el título de “caballero (Sir)” en 1935.
10:57 a.m.
By Renatto Real Politik
Hace ya algún tiempo se creyó en el Perú que la cultura más antigua era Chavín. Sin embargo el tiempo se encargó de demostrar que este país tiene mucha más historia de la que se pensó, y Caral (hoy reconocida como la civilización más antigua de América) es una clara muestra de ello. Con este ejemplo se demuestra que la historia, tal cual la conocemos ahora, está sujeta a cambios conforme se avanza en los estudios y descubrimientos arqueológicos. La historia que conocen nuestros padres seguramente es, en menor o gran medida, diferente a la que nosotros conocemos.
La Biblia es un libro sumamente interesante, lleno de relatos y enseñanzas. No existen muchos libros que puedan compararse al “libro sagrado” del mundo cristiano, y tampoco hay otro que haya tenido –en la historia humana –más influencia que éste. No obstante, el rigor científico – sobre todo en el último siglo – viene quitándole méritos al libro de Yahvé, y es que se ha podido comprobar (en parte) que mucho del contenido bíblico tiene influencia de las civilizaciones más antiguas de Mesopotamia: “El gran diluvio universal” y “La Creación” del Génesis tienen un extraordinario parecido con otros relatos del mundo mesopotámico, sólo que éstos son mucho más antiguos que el hebreo.
En la antigua Mesopotamia existen, como ya dijimos, relatos sobre el origen de las cosas, el diluvio universal y demás. En esta entrada narraremos un poco de ésta leyenda asirio-babilónica que trata de un gran diluvio que cubrió la tierra:
El héroe del relato es Ziusutra, conocido también como Utnapishtim, el último de los más antiguos reyes de Babilonia. Este personaje es equivalente al Noé de la Biblia.
Cuenta la historia que en un principio los dioses crearon al hombre para que éste le sirviera y le sea agradable a los ojos. Sin embargo, la inteligencia de los seres humanos llegó a tal punto que comenzaron a cuestionar el poder de sus creadores. La maldad, el odio, la mentira y demás pecados encolerizaron a las divinidades, en especial a Enlil, dios de los vientos y la tierra que – en su afán castigar a los hombres – envió un gran diluvio que los desaparecería para siempre.
Ea, dios del mar y la sabiduría, sentía compasión por los hombres, en especial por Ziusutra –su favorito –, a quien protegió de la cólera de los dioses. El dios le aconsejó construir un gran navío en el cual llevaría a su familia, riqueza y animales.
“Metí en ella todo cuanto poseía:
Todo lo que poseía en plata; cuanto poseía en oro; hice entrar a todos los animales que poseía; hice subir a la nave a todos mis parientes próximos y lejanos”.
A una señal, sube el héroe y los suyos a bordo, cierra las puertas y confía su destino al gran dios. De pronto los ríos y océanos se desbordan, la tierra es cubierta de agua y la tierra desaparece. Toda vida terrena perece, mientras que Utnapishtim aguarda en su arca las órdenes del dios bienhechor. Al séptimo día la tormenta cesó y el mar recobró la calma, mientras el barco se posaba en el monte Nisir.
Ziusutra espera otros seis días para tomar una decisión:
“Al nacer el alba del séptimo día
Decidi enviar una paloma. La paloma revoloteó un poco, pero regresó enseguida; dio un vuelo corto, al no encontrar lugar seguro.
Mandé soltar una golondrina. La golondrina voló, y también regresó pronto. Hizo un corto vuelo al no encontrar lugar seguro.
Mandé soltar un cuervo; el cuervo revoloteó y vio que las aguas cedían ya su lugar a la tierra; comió, voló de acá para allá, comió hasta saciarse y no volvió más”.
Nuestro héroe, sabiendo que podía pisar de nuevo tierra firme, salió del navío y ofreció un sacrificio a los dioses. Los dioses babilónicos al sentir el aroma se juntaron para aspirar el humo del sacrificio ofrecido por Ziusutra. Luego Istar, diosa del amor y la fecundidad, y una de las esposas de Anu, se quejó a los dioses jurando por su diadema que nunca olvidará esta jornada. El diadema que la diosa lleva sobre su cabeza es el arco iris, el mismo que aparece en los relatos judíos.
Como se puede apreciar, este relato es idéntico al judío, con la diferencia de que éste tiene mucha más antigüedad. El primero en hallar un relato cuneiforme sobre el diluvio fue George Smith. En la actualidad el relato con la versión más antigua del diluvio universal tiene aproximadamente cuatro mil años (¡Mucho antes que la biblia!), y fue hallado en la ciudad de Nipur.